MARÍA EN LAS ESCRITURAS:

De la figura de María histórica solo disponemos de unas pocas fuentes: Los evangelios, las cartas paulinas y Hechos de Apóstoles. Todo lo demás que podamos hallar escrito sobre ella, a partir de mediados del siglo II, no tiene una validez histórica para los académicos estudiosos de la Historia Antigua.

Varios textos del Nuevo Testamento mencionan a María. Curiosamente, TODO LO QUE SE HABLA DE ELLA PODRÍA OCUPAR SÓLO 17 LÍNEAS. Los textos más antiguos, las cartas auténticas de Pablo, solo nos dicen que Jesús «nació de una mujer» pero no dan su nombre. (Gálatas 4,4 -6) Éste aparece de forma diferida en el primer evangelio, en Marcos 6,3: “¿No es este el carpintero, hijo de María, hermano de Jacobo, de José, de Judas y de Simón? ¿No están también aquí con nosotros sus hermanas? Y se escandalizaban de él”. Avanzando en el tiempo, en el evangelio de Mateo, aparece cuando se añade la narración de la concepción milagrosa de Jesús, el nacimiento y la huida a Egipto (Mt 1,23: “La virgen quedará encinta y tendrá un hijo, al que pondrán por nombre Emanuel”. El autor de dicho evangelio conecta a María, sin ningún rigor histórico, con una profecía de Isaías 7,14 que, bien por una una mala traducción, bien por interpretación errónea voluntaria del nacimiento prodigioso del héroe (leyenda usual en el mundo antiguo) nos ha confundido durante siglos: “Por tanto, el Señor mismo os dará señal: He aquí que la doncella concebirá, y dará a luz un hijo, y llamará su nombre Emanuel. Curiosamente, en el resto del Evangelio no hay rastro de la concepción virginal. Las traducciones que nos han llegado sustituyen la palabra doncella (o joven) por virginal, dando lugar al misterio mariano que todos conocemos.

El evangelio de Lucas (Lc 1,2) añade más datos sobre María en los relatos de la infancia de Jesús, de poca historicidad también: Anunciación, visita a Isabel, nacimiento, presentación en el Templo y pérdida del niño Jesús con 12 años y hallazgo de Jesús en el Templo. Este último, por ejemplo, pudo ser una anécdota del niño extraviado a los doce años, moldeada con los rasgos de su futura muerte (paralelismo), como una manera de mostrar que su conciencia de hijo de Dios y su obediencia eran tales ya siendo niño. Téngase en cuenta que este evangelio se escribe alrededor del año 95, Jesús llevaba muerto ya más de treinta años. En el evangelio de Juan, María, como madre del mesías, no tiene función ninguna durante el ministerio de Jesús, solo tras su muerte, cuando se instaure y quede fundada su Iglesia, cuando «llegue su hora», la «hora de su exaltación» tendrá cierta relevancia (Jn 2,3-6 , en las Bodas de Caná)

María aparece junto al discípulo amado, a los pies de la cruz, en Jn 19,25-27: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre y la hermana de su madre, María, mujer de Clopás, y María Magdalena. Jesús, viendo a la madre y junto a ella al discípulo a quien amaba, dice a la madre: Mujer, ahí tienes a tu hijo. Luego dice al discípulo: Ahí tienes a tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la acogió en su casa). Se trata de una escena simbólica, no histórica, el discípulo amado podría se la comunidad a la que va dirigida el evangelio y la madre de Jesús, Israel, aunque la Academia debate aún sobre la posible identidad de ese discípulo en aquellos que no aceptan tal simbología, pero sin acuerdos entre los discordantes. Tiene un paralelo en Marcos 15, 40-41, más verosímil por la lejanía de las protagonistas respecto a Jesús y por por ser el evangelio más antiguo. En él, suponemos que María, la madre de Santiago el menor y de José, es la madre de Jesús, aunque con dudas por la identificación nada segura que hace el escriba, pues el evangelista no lo dice explícitamente, cuando no hay razones para ocultar que es la madre de Jesús. Por otro lado, la tradición de las mujeres junto a la cruz a bastante distancia, como las describe Marcos, puede estar originada, o basada, en el Salmo 38,11-12 del Antiguo Testamento.

María se nombra también en el libro de los Hechos de Apóstoles (Hch 1, 13-14): “Y cuando llegaron subieron a la estancia superior, donde vivían, Pedro, Juan, Santiago y Andrés; Felipe y Tomás; Bartolomé y Mateo; Santiago de Alfeo, Simón el celota y Judas de Santiago. Todos ellos perseveraban en la oración, con un mismo espíritu en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos“ A partir de este momento, María, desaparece de los relatos bíblicos.

El protoevangelio de Santiago (apócrifo de alrededor del año 150), escrito por un cristiano procedente del paganismo que desconoce las costumbres judías, habla ampliamente de María, su infancia, su familia (sus padres Joaquín y Ana) y el nacimiento prodigioso de Jesús.Para algunos autores, es un prólogo (proto) al evangelio de Marcos.

En el perdido Evangelio de los Hebreos (escrito entre los años 175-180) que sobrevive solo como breves citas de los padres de la Iglesia, María aparece en dos fragmentos, uno de Irineo de Lyon y otro de San Jerónimo.

RELACIONES ENTRE JESÚS Y SU MADRE:

Si obviamos los dos capítulos primeros de Meteo y Lucas, las relaciones entre Jesús y su familia, incluida su madre, no son nada positivas. Lucas, en un añadido sobre un texto base de Marcos, nos dice que la prédica de Jesús en Nazaret produjo tal furor de sus conciudadanos en su contra que “todos los de la sinagoga (quizá todo el pueblo) pretendieron quitar la vida a Jesús, despeñándolo”. Ni su familia, ni su madre intervienen para evitarlo (Lc 4, 28-30)

Marcos 3,20-21 afirma que la familia de Jesús, también su madre, pensaba que estaba fuera de sí.

En Lucas 11,27, una mujer alaba de manera espontánea a María, Jesús la desvia hacia la familia espiritual en detrimento de la familia carnal y en concreto de su madre. Se trata de una creación exclusiva del evangelio de Lucas que concuerda con los versículos del mismo evangelio (Lc 8,19-21)

En Jn 2,1-11, a petición de María, Jesús hace su primer milagro (bodas de Caná): El cambio del agua en vino tiene muchas dificultades de tipo histórico, parece un banquete más griego que judío; se interpreta el relato como una composición simbólica que describe las bodas del novio mesiánico, Jesús, o esposo celeste, con su iglesia para resaltar una idea teológica de finales del siglo I y no de la época del Jesús histórico. Según la creencia judía, cuando el Mesías llegara, Dios lo festejaría con una inmensa fiesta de bodas, el novio sería Dios y la novia sería el pueblo de Israel. Ese día Dios se casaría con su pueblo, y a partir de entonces lo cuidaría y serviría con amor eterno, y ya no lo abandonaría más (Isaías 62,5; Osías 2,21-22 y otros profetas). Aún así, Jesús cumplió un tanto forzado el deseo de su madre. El trato no es demasiado amable. En Juan 2,4 Jesús le dice: “¿Qué tienes conmigo, mujer? Aún no ha venido mi hora”.

Podemos concluir diciendo que el Jesús histórico, según se deduce de los escritos bíblicos, no mantuvo relaciones fluidas con su madre. Llama, por otro lado la atención, como a partir de tan escasa información bíblica sobre el personaje, se ha desarrollado una extensa mitología mariana durante los dos mil últimos años.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA:

– Antonio Piñero ( 2014) Jesús y las mujeres. Ed. TROTTA.

– Carol Meyers, Toni Craven & Ross S. Kraemer (2000) Women in Scripture. A Dictionary of Named and Unnamed Women in the Bible, the Apocryphal Deuterocanonical Books, and the New Testament.

– Kathleen E. Corley (2002) Women And The Historical Jesus.