1. Introducción
Uno de los temas más controvertidos a la hora del estudio del Jesús histórico es el de los milagros que se relatan en los evangelios, en particular, y en el Nuevo Testamento, en general, con respecto a Jesús de Nazaret.
El racionalismo actual, cuyas bases fueron disponiéndose desde finales del siglo XVII, no pone en duda la historicidad del milagro, si no su misma posibilidad. Todo fenómeno llamado “milagro” posee una explicación natural que hay que descubrir.
Ante tal concepción, la ciencia histórica debe admitir los relatos de milagros en el Nuevo Testamento como hechos porque como tales fueron considerados por los testigos de los mismos, ahora bien, también debe distinguir los fenómenos que ocurrieron, que tendrán, como se ha dicho, una explicación natural aunque nuestros conocimientos científicos y tecnológicos no la hayan encontrado aún, de aquellos otros que, bajo el influjo de la fe, se diseñaron para ensalzar la figura de Jesús como Cristo y como Hijo de Dios, en el sentido actual de la expresión, para equiparar al personaje con otros “hombres divinos” y divinidades del siglo I ec.
2. El concepto
Se insta entonces a hacer un repaso en la concepción del milagro, desde los orígenes del judeocristianismo y del cristianismo posterior:
Tanto los evangelios como los primeros Padres de la Iglesia, entienden los milagros como signos de salvación, desde la fe se interesan por el encuentro del creyente con Dios a través de dicho signo, sin cuestionar el propio milagro, dando por hecho, además, su historicidad.
Agustín de Hipona (354-430 ec.) concibe el milagro con una perspectiva muy cercana a la actual, si no tomamos en consideración el aspecto teológico de la misma. Viene a decir que el milagro no ocurre contra la naturaleza, si no contra lo que nosotros conocemos de ella. Milagro será lo contrario a la expectativa o capacidad de aquel que lo admira.
San Agustín clasifica los milagros en: Fenómenos metereológicos, mágicos, simbólicos, legendarios y de otra índole (como el nacimiento virginal de Cristo, la fecundidad de Sara, conversiones, etc.) y fenómenos extrabíblicos.
Tomás de Aquino (1225-1274) siglos más tarde cambiará el concepto de milagro, convirtiéndolo en un paradigma teológico que prevalece en la actualidad. Dios, o Jesús, que es lo mismo, actúan sobre los milagros, trascendiendo las fuerzas de la naturaleza. El milagro nada tiene que ver con el orden natural.
Santo Tomás se interesa más por el propio taumaturgo (hacedor de milagros) y por el hecho del milagro que por los beneficiarios de los mismos y clasifica los milagros según afecten a:
1. Sustancias espirituales como demonios o ángeles (exorcismos, aparición de ángeles en la anunciación, nacimiento, resurrección y ascensión de Jesús)
2. Cuerpos celestes (la estrella de Belén, la oscuridad del cielo en la muerte de Jesús…)
3. Hombres: a) referidos al cuerpo (curaciones, resurrecciones) y b) referidos al alma (dejarlo todo y seguir a Jesús, expulsión de mercaderes del Templo, escenas en el Huerto…).
4. Creaturas irracionales (pesca milagrosa, multiplicación de panes y peces, la didracma en la boca del pez, la higuera seca…)
Benedicto XIV (1675-1758) aumenta los hacedores de milagros a ángeles y hombres, durante su vida y después de la muerte. Para este papa, el milagro debe tener una finalidad religiosa para qué lo sea y los clasifica en Milagros Mayores (obrados por Dios) y Milagros Menores (realizados por un poder creado, desconocido para nosotros, al margen del orden natural conocido)
El filósofo Spinoza (1632-1677), con una mente racionalista, retoma las ideas de San Agustín, despojadas de teología, y piensa que todo lo que se narra en las Escrituras ha sucedido siguiendo las leyes de la naturaleza.
Otro filósofo, Kant (1724-1804) representante del criticismo y precursor del idealismo alemán, intenta sintetizar el empirismo y el racionalismo, concluyendo que es absurdo intentar establecer la autenticidad histórica de los milagros de Jesús, o de cualquier otra persona, aunque no niega la posibilidad en sí del milagro, sin determinar sus causas. Kant criticó los argumentos sobre la existencia de Dios, aunque resalta los valores morales religiosos. La religiosidad debe reducirse a la racionalidad y el cristianismo a la ética. Sus ideas religiosas siguen siendo objeto de estudio sin un consenso unánime entre los eruditos.
Rudolf Karl Bultmann (1884-1976), desde el racionalismo, piensa que la mayoría de los milagros de los evangelios son leyendas; Jesús realizó acciones que para él y sus contemporáneos eran consideradas milagrosas, pero que no quedan fuera del determinismo de la naturaleza. El milagro, como excepción a las leyes de la naturaleza, no existe.
Este teólogo clasifica los milagros en exorcismos, narraciones históricas o leyendas, curaciones o resurrecciones de muertos y milagros de la naturaleza. Se ocupa de definiciones precisas, distinguiendo entre “milagro” o suceso que constituye una excepción en las leyes de la naturaleza y, como tal, no existe y “prodigio” o acontecimiento en la naturaleza por obra de Dios.
Para Bultmann no importa la realidad histórica del relato, si no su sentido para la fe del creyente. Los milagros fueron inventados por los narradores de los evangelios, gracias a ello el cristianismo se extendió en el mundo helénico como lo hizo, dice Bultmann.
El sacerdote católico J. P. Meier (1942-) autor de una de las más magnas obras escritas sobre el Jesús histórico, “Un judío marginal: repasando al Jesús histórico”, clasifica los milagros en exorcismos, curaciones, resurrecciones y milagros sobre la naturaleza. Meier dice que es difícil decidir si en algunos de los exorcismos de Jesús ocurrió en verdad un auténtico milagro, lo que aparentemente los niega, aunque podría verse también como una puerta entreabierta a la teología.
3. Fundamentos históricos
Convendría analizar ahora los fundamentos históricos de los milagros de Jesús como taumaturgo.
Hallamos los milagros de Jesús en los evangelios de Mateo y Lucas que, muy probablemente se hayan inspirado en la llamada Fuente Q para su desarrollo:
– Jesús taumaturgo fracasado: Mt 11,20-24; Lc 10,13-15.
– Jesús exorcista: Mt 12,22-36; Lc 11,14-26.
– Jesús curandero: Mt 11, 2-19; Lc 7,18-23.
También hay referencias en la comunidad cristiana primitiva, que no habla casi nada de la vida de Jesús, salvo su acción de taumaturgo: Hch 2,22; 20,38.
Es significativo que los judíos del siglo I esperaban un mesías que fuera taumaturgo.
El profesor Antonio Piñero (1941-), desde un punto de vista laico, no militante, siguiendo la clasificación de Maier, ha estudiado los criterios de historicidad de dicha clasificación que resumo, teniendo en cuenta que se solo se trata de hipótesis, no de verdades absolutas, pero bastante plausibles desde luego:
– Los exorcismos cumplen criterios de plausibilidad histórica contextual, es decir, encajan con el contexto sociocultural del Israel del siglo I ec. No hay escritos que nieguen la creencia en la espiritualidad de esa época ya que no había necesidad de explicar la naturaleza de la posesión, se daba como un hecho que podía ocurrir, sin más. Por otro lado, hay textos extra bíblicos de autores antiguos, de amplio acerbo cultural, que presuponen la posibilidad de la posesión y de exorcistas, como Flavio Josefo, Plutarco, Apuleyo, Filostrato, etc.
Cumplen también el criterio de plausibilidad efectual, es decir, son muchos los relatos donde Jesús hace exorcismos para negar su historicidad. Igualmente, cumplen el criterio de dificultad ya que hasta los propios adversarios de la secta judeocristiana acusan a Jesús de expulsar demonios, facilitando así, probablemente sin quererlo hacer, la difusión de la secta, en lugar de su desprestigio.
Creo que, en todo caso, reconocer que se entendía la existencia de posesiones y exorcismos en la época no implica que hoy le demos una explicación sobrenatural a tales fenómenos.
– Las sanaciones: No hay motivo para reconocer que no pudieran ser hechos históricos; hoy en día existen muchos casos de naturaleza psicosomática que cursan con la recuperación. Jesús estaba convencido de poder sanar y así lo percibían y lo creían quienes eran sanados, en los casos que podemos considerar históricos. Creo que el efecto placebo, y como dice Fernando Bermejo Rubio, uno de los mayores estudiosos del Jesús histórico español, la sugestión y la autosugestión pudieran explicar algunos de los casos que se relatan en los evangelios, por ello no existen motivos para dudar de su historicidad.
La existencia de relatos que atribuyen a Jesús curaciones y exorcismos se advierte a través de una postura comparativa. La atribución de tales capacidades a personas que reivindican poder es frecuente en el mundo grecolatino de la época, así como en profetas populares y supuestos mesías coetáneos a Jesús. Incluso, hoy en día existen curanderos y exorcistas y son tomados en consideración por un amplio sector de la población.
– Milagros sobre o contra la naturaleza: Los propios críticos católicos dudan de la historicidad de este tipo de relatos, productos de una teología cristiana primitiva, para ensalzar la figura de Jesús como un ser divino.
– Resurrecciones: Son milagros que van en contra de la naturaleza. Quizá en algún caso hubiera algún tipo de reanimación como la entendemos hoy en día y que pudo ser interpretada como resurrección, pero la mayor parte de estos relatos evangélicos carecen de credibilidad histórica.
4. Conclusiones
No podemos negar la existencia de fenómenos por parte de Jesús que fueron denominados como milagros por él y por sus testigos. La explicación de tales fenómenos es natural y racional vista hoy en día, pero para los hombres del siglo I ec. eran milagros pues no tenían una mentalidad basada en la razón, si no en la fe y muy arraigada en el judaísmo. Probablemente los evangelistas y los hombres de su tiempo no consideraban los milagros como excepciones de la naturaleza, sus parámetros eran diferentes a los nuestros, lo sobrenatural se aceptaba como algo común, tampoco se cuestionaban la probabilidad del milagro, de no ser así, el propio Jesús no hubiera creído en la inminente llegada del reino gracias a un ejército de ángeles enviados por Dios para expulsar a los romanos y hacer a Israel «nación de naciones».
5. Para saber más
– Anthony Kenny (1998) Breve historia de la filosofía occidental. Ed. Paidós. – Antonio Piñero (2006) Guía para entender en Nuevo testamento. Ed. Trotta. – Antonio Piñero (2021) Los libros del Nuevo Testamento. Ed. Trotta. – Fernando Bermejo Rubio (2018) La invención de Jesús de Nazaret: historia, ficción, historiografía. Ed. Siglo XXI. – Jesús Peláez (1984) Los milagros de Jesús en los evangelios sinópticos. Ed. Verbo divino. – John Meier (1999) Un judío marginal: Nueva visión del Jesús histórico. Tomo 2. Ed. Verbo Divino. – R. Laoturelle (1990) Milagros de Jesús y Teología del milagro. Ed. Sígueme.
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