Es difícil saber cuál fue el primer escrito de amor romántico del que nos haya llegado alguna evidencia escrita, porque resulta extraño el día en el que la Arqueología no realiza algún nuevo descubrimiento y, en cualquier momento, podría aparecer un cántico o poema escrito que pudiera ser datado con más antigüedad que el que hoy se considera fue el primero.

Prueba de ello es que hasta la década de los años cincuenta del siglo XX, durante más de veinte siglos de historia, se venía considerando el primer canto de amor el Cantar de los Cantares, libro perteneciente al Antiguo Testamento.

El Cantar de los Cantares es un poema de amor e intimidad sexual que hallamos curiosamente en la Biblia. Es el único libro de la Sagrada Escritura que tiene como tema el amor entre lo masculino y lo femenino; sin duda trata un concepto del eros que ha influido, de alguna manera, en nuestra cultura occidental. El libro está compuesto en verso y a nivel literario se presenta como un dúo entre lo masculino y lo femenino, aspecto que sabemos por el uso de formas gramaticales específicas que diferencia a sus interlocutores como masculino y femenino; por ejemplo, a través de los pronombres personales, que alternan entre sí más de 40 veces.

Aunque el Cantar de los Cantares es bastante explícito en los usos amorosos, desde el judaísmo y el cristianismo se ha teologizado para darle un sentido alegórico más acorde con las pautas religiosas, así se ha querido ver al esposo como Dios y a la esposa como a Israel. Pero, desde un punto de vista no confesional, histórico y filológico, se aprecia como el Cantar de los Cantares es un poema de amor humano, lleno de sexualidad y de compañerismo entre hombre y mujer.

Su datación es confusa, con una amplia franja de fecha, desde el siglo VI al III a. E.C. y atribuida su autoría por la tradición al rey Salomón, aunque no hay ninguna evidencia, ni histórica ni arqueológica, que pueda avalar tal afirmación.

Pero, en el siglo XIX se encontraron unas tablillas cuneiformes que delataron que muchas narraciones bíblicas ya procedían de la antigua Mesopotamia. Arqueólogos como Layard y Rassm fueron a la tierra ubicada entre los ríos Eúfrates y Tigris con la finalidad de encontrar restos arqueológicos que avalaran las narraciones del Antiguo Testamento; pero lo que hallaron fueron evidencias contrarias: Layard encontró Nínive y allí la biblioteca de Asurbanipal (siglo VI a. E.C.) y en la misma gran cantidad de tablillas cuneiformes que evidenciaban que muchos mitos, como el Diluvio y el Arca de Noé por ejemplo, habían sido reelaborados por los escribas hebreos a partir de anteriores composiciones mesopotámicas, adaptándolas a sus creencias como propias.

Escrita hacia el año 2000 a. E.C. apareció entre tales tablillas “La canción de amor de Shu-Shin”, un poema de amor que formaba parte de un rito sagrado que se celebraba al parecer cada año para conmemorar el Matrimonio Sagrado entre la diosa del amor y la procreación, Inanna, y el rey sumerio. Cada año, este se casaba con una de las sacerdotisas de Inanna, así se salvaguardaba tanto la fertilidad de las tierras como la de las mujeres sumerias. Por alusiones, muy probablemente la tablilla encontrada fue utilizada en tales festividades por el rey Shu-Shin. El análisis simbólico nos lleva a considerar que el ritual hacía creer que el soberano mantenía relaciones sexuales con la propia diosa, representada en una de sus sacerdotisas. Shu-Shin se ha considerado uno de los mejores reyes de la Tercera Dinastia de Ur, ya que su existencia está bien documentada.

Curiosamente hasta el año 1951 y por casualidad, no se tradujo la tablilla en cuestión. La tarea la realizó Samuel Noah Kramer, durante unos trabajos de traducción llevados a cabo en el Museo de Estambul (Turquía) y, cuando la dio a conocer, supuso una revolución en todo el mundo académico de la época por lo dicho anteriormente con respecto al Cantar de los Cantares.

A continuación, la traducción de Samuel Noah Kramer, publicada en su obra de 1956 “History Begins at Sumer «. Samuel Noah Kramer y Muazzez Cig, conservadora de la colección de tablillas de Estambul, hicieron la copia, y juntos publicaron el texto en el Belleten de la «Comisión histórica turca» Traducida al español por Jaime Elías, sería más o menos así:

«Esposo, amado de mi corazón.

Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
León, amado de mi corazón,
Grande es tu hermosura, dulce como la miel.
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti;
Esposo, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Tú me has cautivado, déjame que permanezca temblorosa ante ti;
León, yo quisiera ser conducida por ti a la cámara.
Esposo, déjame que te acaricie;
Mi caricia amorosa es más suave que la miel.
En la cámara llena de miel,
Deja que gocemos de tu radiante hermosura;
León, déjame que te acaricie;
Mi caricia amorosa es más suave que la miel.
Esposo, tú has tomado tu placer conmigo;
Díselo a mi madre, y ella te ofrecerá golosinas;
A mi padre, y te colmará de regalos.
Tu alma, yo sé cómo alegrar tu alma;
Esposo, duerme en nuestra casa hasta el alba.
Tu corazón, yo sé cómo alegrar tu corazón;
León, durmamos en nuestra casa hasta el alba.
Tú, ya que me amas, dame, te lo ruego, tus caricias.
Mi señor dios, mi señor protector,
Mi Shu-Sin, que alegra el corazón de Enlil,
Dame, te lo ruego, tus caricias.
Tu sitio dulce como la miel.
Te ruego que pongas tu mano encima de él,
Pon tu mano encima de él como sobre una capa-gishban,
Cierra en copa tu mano sobre él como sobre una capa-gishban-sikin.
Éste es un poema-balbale de Inanna.»

Por lo que sabemos del estudio de las tablillas sumerias, Inanna era la diosa más poderosa y ambiciosa del panteón sumerio. Gran parte de este poder surgió de su papel como diosa del amor sexual y de la fertilidad agrícola; la relación entre ambos factores, transmitida en metáforas, venía a equiparar el hacer el amor con el cultivo de plantas y la satisfacción sexual con el resultado fructífero obtenido del ganado y de los cultivos. Su compañero en estas celebraciones era el dios pastor Dumuzid, aunque este papel masculino a menudo lo asumía un rey que establecía así su responsabilidad pastoral para con su rebaño (humano), como hemos visto en la tablilla de Shu Shin; recordemos que la economía urbana se sustentaba entonces en la agricultura. Al parecer, la relación entre Inana y su amante se celebra con gran regocijo.

A partir de las tablillas halladas por Layard y Rassm, el arqueólogo Samuel Noah Kramer halló también un poema donde, igual que en el precedente, las palabras de amor iban dirigidas por una sacerdotisa anónima al Rey, su Esposo; no obstante, su composición no queda muy inteligible con los restos arqueológicos hallados y algunos de sus pasajes permanecen algo oscuros. El poema se divide en seis estrofas, dos de cuatro versos, una de seis y, de nuevo, dos de cuatro y otra de seis. Por otra parte, entre ellas no se distingue ninguna trabazón lógica clara. La primera estrofa celebra a la reina madre Abisimti y el nacimiento del rey Shu-Sin. La segunda parece querer asociar en la misma alabanza al soberano y a su esposa Kubatum. En la tercera la recitadora enumera los regalos que le ha ofrecido Shu-Sin para recompensarla por haber cantado los alegres «cánticos —allari»

Esta tablilla ya había sido publicada por Edward Chiera en 1924, pero su primera traducción es de 1947 gracias a Adam Falkenstein. El poema, fragmentado, quedaría así:

Ella ha dado a luz a aquel que es puro, ella ha dado a luz a aquel que es puro,

La reina ha dado a luz a aquel que es puro,
Abisimti ha dado a luz a aquel que es puro,
La reina ha dado a luz a aquel que es puro.
¡Oh, reina mía, adornada de hermosos miembros!
¡Oh, reina mía, que eres… de cabeza, mi reina Kubatum!
¡Oh, señor mío, que eres… de cabellos, oh, señor mío Shu-Sin!
¡Oh, señor mío, que eres… de palabras, oh, hijo mío de Shulgi!
Porque yo le he cantado, porque yo le he cantado,
El señor me ha hecho un regalo.
Porque he cantado el allan, el señor me ha hecho un regalo;
Un broche de oro, un sello de lapislázuli,
El señor me los ha dado como regalo;
Un anillo de oro, un anillo de plata,
El señor me los ha dado como regalo.
Señor, tu regalo es desbordante de…,
Alza tu rostro hacia mí,
Shu-Sin, tu regalo es desbordante de…,
Alza tu rostro hacia mí.
…señor… señor…, …como un arma…,
La ciudad levanta su mano como un dragón, mi señor Shu-Sin,
Y se extiende a tus pies como un leoncillo, hijo de Shulgi.
Dios mío, de la doncella que escancia el vino, dulce es el brebaje.
Como su brebaje, dulce es su vulva, dulce es su brebaje,
Como sus labios, dulce es su vulva, dulce es su brebaje,
Dulce es su brebaje mezclado, su brebaje.
Mi Shu-Sin, que me has concedido tus favores,
¡Oh, mi Shu-Sin, que me has concedido tus favores, que me has mimado.
Mi Shu-Sin, que me has concedido tus favores,
Mi bienamado de Enlil, mi Shu-Sin,
Mi rey, el dios de su tierra!
Éste es un poema-balbale de Bau.

Contrariamente a los himnos y a las narraciones poéticas, los poemas líricos son bastante raros en Sumer, y el lirismo amoroso, en particular, no está representado actualmente más que por las dos obras mencionadas, conservadas en el Museo de Estambul.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Diane Wolkstein and Samuel Noah Kramer (1983) Inanna, Queen of Heaven and Earth: Her Stories and Hymns from Sumer.
Jeremy Black, Graham Cunningham, Eleanor Robson, and Gábor Zólyomi (2004 ) The Literature Of Ancient Sumer.
Luis Alonso Schökel (2008) La Biblia De Nuestro Pueblo (Biblia Del Peregrino América Latina).
Paul Kriwaczek (2012) Babylon Mesopotamia and the birth of civilization.
Samuel Noah Kramer (1956) La historia comienza en Sumer.
Susan Wise Bauer (2007) The History of The Ancient World.–